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Carles Roig: “La Rotonda irradia su memoria y eres consciente de sus diferentes usos, su vida y la de la gente que lo habitó”

Escrito el 13/04/17 · Tiempo de lectura: 6 minutos
La Rotonda

Con 35 años de profesión a sus espaldas, Carles Roig es testigo viviente de la transformación tecnológica vivida por el mundo de fotografía. Autodidacta y formador, fundó la retrateria, un espacio físico y multidisciplinar habilitado como estudio fotográfico, aula, taller, espacio expositivo o lugar de reunión. Uno de sus últimos trabajos ha sido la realización de seis murales que adornan el pasillo de cada una de las plantas de La Rotonda. Todo un reto, ya que nunca antes había trabajado con obras de más de dos metros.

En su página web se define como autodidacta. ¿De qué forma aprendió y cómo nace su pasión por la fotografía?

Yo añadiría: autodidacta por partida doble, analógico y digital. Hace unos 35 años, me cautivó la magia de la fotografía, el poder de la luz y las sombras, tanto a la hora de obtener un negativo como más tarde en el cuarto oscuro al tratar de obtener la “copia” de aquello fotografiado. Había que dominar la técnica y para ello hacía falta práctica, tesón y grandes dosis de paciencia. Trabajar con fotógrafos como Miguel Nauguet, Joan Tomàs o Alfonso Zirpoli, fue fundamental. Muy pronto fui consciente de que más allá de la corrección técnica había todo un mundo por explorar. La fotografía se convirtió en un modo de expresión, en una manera de ver personal e intransferible. La mirada genuina de pintores y fotógrafos y también la literatura siempre han sido y siguen siendo fuente de conocimiento e inspiración.

¿Y cómo dio el salto al digital?

Pues hace 15 años que empecé a adaptarme, practicando más, eso sí, sin tanta magia y a veces perdiendo la paciencia. Salvando las diferencias, no era tanto una adaptación en lo que concierne a la toma fotográfica sino en el tratamiento y almacenaje posterior de las imágenes: es decir, en la utilización de una nueva tecnología que a día de hoy sigue evolucionando a un ritmo vertiginoso.

La Rotonda

¿De qué forma?

Solo un dato: en 2003 una foto apenas “pesaba” 1 megabyte. Cada una de las imágenes definitivas que he realizado para su instalación en el edifico de La Rotonda “pesa” 4 Gigabytes. Más allá de las inverosímiles posibilidades que nos ofrecen los avanzados programas informáticos, la creatividad y el bagaje cultural siguen siendo esenciales tanto para desarrollar proyectos personales como para realizar proyectos comerciales o educativos.

Volvamos a sus inicios. ¿Fueron duros?

En mi caso sería más apropiado hablar de cierta precariedad de recursos, pero superada con creces con una gran energía, ilusión, fascinación, ganas de aprender, de trabajar, de practicar. En el fondo aplicaba un método que con los años se ha demostrado infalible: el de prueba / error…y lo sigo utilizando, aunque eso sí, con los beneficios de la experiencia y la madurez.


¿No le parece curioso que un autodidacta acabe siendo docente?

En absoluto. Y no precisamente porque sea mi caso y el de muchos colegas de profesión. No defiendo el hecho de que baste ser un buen profesional para entrar en el aula y dar una clase magistral. Para ser un buen educador es indispensable, además de la maestría profesional, tener la capacidad de transmitir la experiencia y los conocimientos adquiridos y sobre todo estimular y saber motivar a las personas deseosas de asimilarlos. Queda sobradamente demostrado que, con títulos o sin ellos, hay personas capaces (otras no tanto) de ejercer la docencia de una manera espléndida y respetable.

La Rotonda

¿Fue de esa experiencia que decidió Fundar La Retratería?

En principio la retrateria tan solo era una idea. Pero se convirtió en un espacio físico, con el objetivo de prestar servicios fotográficos, de desarrollar proyectos artísticos y educativos tanto personales como en colaboración. De manera multidisciplinar, desde la independencia y libertad creativas. Con una actitud crítica (y autocrítica). Con compromiso, dignidad y respeto por las personas. Según su uso la retrateria es alternativamente estudio fotográfico, aula, taller, espacio expositivo, lugar de reunión…

¿Cómo definiría su obra?

Quizás ¿como una carrera de fondo? Me siento más cómodo en la complejidad donde se diluyen las diferentes disciplinas y/o géneros. Eso tiene que ver con mi empeño de eludir etiquetas: trato de responder de manera intuitiva y con el mismo espíritu creativo a todos mis proyectos. Sin distinción. He utilizado la cámara como herramienta para relacionarme con el mundo y para conocerme a mí mismo y a los demás. En todo caso supongo que el conjunto de fotografías e imágenes producidas traducen quién soy y quién no soy

Proyectos comerciales, desarrollo de proyectos educativos, trabajo personal… ¿Con cuál se siente más realizado?

He disfrutado de sesiones memorables y otras para olvidar. He llevado a cabo proyectos personales de los que sentirme satisfecho y otros que jamás verán la luz. En cambio no ha habido ningún proyecto educativo que no me haya aportado más de lo que pude ofrecer: de todos ellos guardo un recuerdo especial y entrañable.

La Rotonda planta 5

¿Cómo surge la oportunidad de fotografiar La Rotonda?

Desde el estudio de arquitectura de Alfredo Arribas a través de Xavier Franquesa me propusieron elaborar un proyecto para la realización de seis grandes murales en cada una de las plantas del renovado edificio de La Rotonda

Su confianza en mi manera de trabajar y la libertad creativa otorgada me convenció para aceptar el reto: nunca antes había hecho piezas de tal tamaño (210 cm x 280 cm)

En los murales se observan composiciones con diferentes planos detalle del templete. ¿Cuál ha sido el proceso creativo?

Efectivamente. La imagen de cada mural es una imagen compuesta. Desde el principio estuvo claro cuál sería la materia prima para la elaboración de las imágenes definitivas: el templete modernista. Y ese fue
el punto de partida: fotografiar, durante dos días, exhaustivamente todos sus elementos, el trencadís, las columnas, la cúpula, las gárgolas desde los más variados puntos de vista, captando los efectos de luz que trascurren desde la salida del sol hasta el atardecer.

Posteriormente estuve trabajando durante semanas hasta conseguir los resultados deseados: cada imagen es la suma de otras tantas que se funden, se complementan, se superponen en la mayoría de casos de forma deliberada pero integrando el azar como factor importante. El uso de imágenes en negativo es una evocación de la fotografía analógica. El cuidado en las proporciones entre los diferentes elementos, las transparencias, las luces y sombras, las siluetas y sobre todo la gama de colores, confieren homogeneidad al conjunto a la vez que las imágenes conservan su carácter y singularidad. Todo ello propició un segundo encargo para la entrada del edificio donde se instalará una secuencia compuesta por fragmentos de las seis imágenes, retro iluminada por una gran caja de luz de 150 cm x 800 cm.

Foto mural

¿Qué le transmitió el edificio durante su trabajo?

Quizás de un modo más conceptual que físico el edificio irradia su memoria y eres consciente de sus diferentes usos, su vida y la de la gente que lo habitó. Mi trabajo se ha desarrollado alrededor de un elemento muy reconocible y característico de Barcelona. Durante toda mi vida vi el templete a pie de calle y ahora podía acceder a él.

Realmente he pensado más en clave de futuro: elaborando unas imágenes sugerentes que tengan ese halo de atemporalidad deseables en las imágenes expuestas en espacios públicos y que, a poder ser, además de hacer agradable la estancia de sus usuarios, tengan contenido.

Para alguien habituado a trabajar con personas, ¿ha resultado diferente hacerlo con espacios?

Los espacios no te suelen comentar de manera insidiosa lo mal que saldrán en la foto (se ríe). Adoro hacer retratos pero he de admitir que estoy muy satisfecho del resultado final de este proyecto fotográfico: tanto de las imágenes como de su integración en el espacio. Ya sean personas, lugares, edificios, situaciones, objetos de la condición o dimensión que sea, al fin y al cabo los fotógrafos no hacemos más que reincidir en aquello de “mira como lo he visto”.
¿No es eso lo que en este preciso instante tratan de “decir” cientos de millones de personas en el mundo entero a través de las redes sociales?