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Forjando a Gaudí: Edificios que pulieron un diseño universal (I)

Escrito el 08/11/18 · Tiempo de lectura: 5 minutos
Casa Vicens

Hablar de Gaudí es hablar de Barcelona y con ella de sus principales landscapes: la Sagrada Familia, la Casa Batlló, la Pedrera, el Park Güell…Pero ni son estas las únicas obras atribuibles a él, ni Barcelona tiene el monopolio de su obra. Aunque el máximo esplendor de su carrera se concentre en los edificios arriba mencionados, Gaudí cuenta con una serie de creaciones previas que le sirvieron como banco de pruebas para forjar y desarrollar un estilo arquitectónico que creó escuela y que acabó pasando a la posteridad. ¡Las repasamos!

El Capricho, Comillas (Cantabria) (1883-1885)

Solo hay una primera vez, y aunque el pistoletazo de salida a las obras de Villa Quijano, también conocida como El Capricho (Comillas, Cantabria), coincidiese en el tiempo con el de la Casa Vicens, en 1883, la de Cantabria ha pasado a la historia como la primera edificación diseñada por Gaudí, ya que sus obras finalizaron en 1885, tres años antes que la residencia de verano de la familia Vicens. El edificio fue un encargo de Máximo Díaz de Quijano, concuñado del primer Marqués de Comillas, que a su vez era suegro de Eusebi Güell, gran mecenas de Gaudí. Aunque bautizada originalmente como Villa Quijano, la residencia pasó a conocerse popularmente como El Capricho, ya que el encargo fue considerado así por las gentes del lugar, que lo vieron como una muestra de ostentación y exuberancia, propia de un indiano como lo fue Quijano.

Del edificio, constatar el toque gaudiniano que se percibe ya desde el exterior, con un gran colorido y unas formas sinuosas que hacen de él un edificio vivo e inspirado en la naturaleza en el que Gaudí comienza a dar muestras de todo su potencial creativo. Piedra, ladrillo visto, cerámica vidriada representando girasoles y hojas o la aparición de superficies curvas son algunos de los elementos del universo gaudiniano que ya se encuentran en este singular edificio.

Capricho de Gaudi

Casa Vicens

Su primera gran obra construida en Barcelona. Olvidada por muchos, recientemente ha experimentado un renacer gracias a la rehabilitación y a su apertura como casa-museo a finales de 2017. Aunque desbancada por El Capricho como primera creación de Gaudí, sí que está considerada como la primera obra modernista de Cataluña. En 1883, el corredor de cambio y bolsa Manel Vicens i Montaner confió en el entonces joven Gaudí para que alzase su residencia de verano en la antigua villa de Gracia.

Aunque actualmente la finca se reduce a la extensión de la casa, unos 30 metros de diámetro, en sus orígenes se emplazaba en un solar de más de 1.000 m2 , en el que también había un jardín inspirado en la flora y la fauna mediterránea, con palmeras, plantas trepadoras, magnolias o rosas. Años después, la casa sufrió una ampliación, llevada a cabo en 1925 por Joan Baptista Serra.

Catalogada como Monumento Histórico-Artístico, desde 2005 está declarada también como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tras su apertura al público, la revista TIME ha reconocido el recinto como uno de los 100 mejores lugares para visitar de todo el mundo.

Casa Vicens

Pabellones Güell

Primer trabajo de envergadura realizado por Gaudí para el que acabaría siendo su gran valedor, Eusebi Güell. Además del archiconocido Park Güell, este industrial y prohombre barcelonés da apellido a toda una serie de construcciones diseñadas por Gaudí a petición suya. Güell confió en el genio de Reus para que levantase un templo en su recinto fabril (la cripta de la Colonia Güell), su palacio de Nou de la Rambla, o las Bodegas Güell, además de su finca de Pedralbes. Gracias a todas estas construcciones, el singular mecenas es ya parte de la historia de nuestra ciudad, ya que sin su sustento económico quizás la obra de Gaudí no hubiese llegado hasta nuestros días.

En 1883 Güell encargó a Gaudí el diseño de los jardines para su palacio de veraneo – el actual Palacio Real de Pedralbes-. Además de eso, Gaudí diseñó también las puertas de entrada a lo largo de todo el perímetro así como los pabellones que daban acceso al recinto, el de la casa del portero y el de las caballerizas. Junto a los pabellones, destaca la belleza y singularidad de su reja de entrada por la avenida de Pedralbes, custodiada por Ladón, el dragón guardián del Jardín de las Hespérides que narra Jacint Verdaguer en La Atlántida. Posteriormente, al construirse la avenida Diagonal, las otras puertas de la finca perdieron su funcionalidad y fueron reubicadas en lugares cercanos, como el cementerio de Les Corts o la Facultad de Farmacia.

Palau Güell

Eusebi Güell solicitó a Gaudí este palacio urbano con el que ampliar la casa familiar que tenía en la Rambla. Construido entre 1886 y 1890, es uno de los grandes ejemplos de arquitectura doméstica dentro del contexto del modernismo. Dicho de otra forma, aún con toda su pompa y su boato, el edificio debía ser plenamente funcional ya que fue la residencia de los Güell hasta que se trasladaron al Park Güell, ya en el siglo XX. En esa línea, Gaudí ideó un recinto en el que el espacio y la luz se convertían en los grandes protagonistas, siempre con una visión funcional que se adaptase a la intensa vida social de una familia burguesa como los Güell. Como ya había realizado en obras anteriores, Gaudí introdujo en este inmueble de la calle Nou de la Rambla materiales nobles tradicionales como piedra, madera, hierro forjado, cerámica o vidrio.

Palau Guell

Aunque esta creación no suele incluirse en el Top-5 de Gaudí, también goza de reconocimiento nacional e internacional, ya que ha sido declarada Monumento Histórico-Artístico, Bien Cultural de Interés Nacional, así como Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Palau Guell

En todos los edificios hasta ahora planteados, es fácilmente reconocible la huella de Gaudí, puesto que muchos de sus elementos de corte orientalista se darán cita también en las principales obras de su carrera, aquellas correspondientes a su fase de madurez. Sin embargo, entre esos dos periodos, Gaudí desarrolló otro estilo arquitectónico por el que no es tan conocido, pero que nos ha dejado obras igualmente singulares que merece la pena rescatar del olvido. Aunque eso será en otra publicación.