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La modernidad del Casco Antiguo

Escrito el 22/08/19 · Tiempo de lectura: 5 minutos
Plaça Terenci Moix

Tradición y modernidad se dan la mano en un distrito, el de Ciutat Vella, en el que conviven vestigios que comprenden y explican gran parte de nuestro pasado. Los más antiguos nos trasladan hasta ese asentamiento militar sobre las faldas del Monte Táber en el que se constituyó la colonia Julia Augusta Faventia Paterna Barcino. De esa época todavía podemos ver in situ las Columnas del Templo de Augusto, que hoy son el principal atractivo del Centre Excursionista de Catalunya, así como otros restos arqueológicos de la Barcelona romana que se encuentran en la plaza de la villa de Madrid y en el Museo de Historia de Barcelona.

Con el paso de los siglos, la prosperidad de la colonia fue creciendo progresivamente hasta convertirse en la Barcelona medieval. En este largo periodo se acabó de confeccionar lo que hoy día conocemos como distrito de Ciutat Vella: el Raval, el Gòtic i Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, y con ellos, landscapes actuales como el barrio judío, la iglesia de Santa María del Mar y la parte más antigua de la Catedral de Barcelona.

Es en esa delimitación de la Barcelona amurallada donde ahora hacemos zoom in para conocer edificios alzados, o rehabilitados, en los últimos 30 años y que han bebido de corrientes como las vanguardias o el racionalismo para hacer de esta zona de Barcelona un lugar en el que lo nuevo se integra en lo clásico.

MACBA

Uno de los inmuebles que más puede llamar la atención de los visitantes es el MACBA, que rompe totalmente con la arquitectura predominante en el Raval. El edificio que alberga el Museu d’ Art Contemporani de Barcelona fue diseñado por el arquitecto Richard Meier, quien lo concibió con elementos típicos de la arquitectura racionalista mediterránea, combinando los espacios interiores y la luz exterior. Fue proyectado en 1990 y se construyó entre 1991 y 1995. Con este diseño, Meier reinterpreta formalmente el racionalismo, con claras referencias a maestros del movimiento moderno como Le Corbusier. A lo largo de sus 14.300 m2 el edificio combina elementos rectilíneos con otros curvos y ondulados en los que la luz exterior adquiere un gran protagonismo, al entrar en el edificio a través de galerías abiertas y lucernarios.

Coromines MACBA

CCCB (Casa de la Caritat)

A escasos metros del Macba encontramos otro edificio vanguardista para el barrio en el que se ubica. Se trata del Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona, una de las grandes infraestructuras culturales de la ciudad, un espacio para la creación, la investigación, la divulgación y el debate de la cultura contemporánea, donde las diferentes materias artísticas se interconectan en un programa interdisciplinario. El CCCB se instala en una antigua iglesia del siglo XII que pasó a ser un convento, luego un seminario jesuita y finalmente, en un hospicio benéfico llamado la Casa de la Caridad.

El proceso de rehabilitación supuso para el proyecto ganar el Premio FAD de Diseño en 1993. Entre los elementos más destacables del recinto, su gigantesca fachada vidriada, con su juego de espejos y reflejos como metáfora de la transformación del paisaje urbano sin perder su esencia.

CCCB Rabal

Facultat de Comunicació Blanquerna

Seguimos sin salir del barrio del Raval para repasar dos edificios interconectados entre sí como son la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna (Universidad Ramon Llull) y su biblioteca, en un edificio anexo situado a 100 metros del campus. Y es que si el Eixample tiene el llamado Quadrat d’Or, podríamos decir que el Raval tiene su Quadrat Contemporani, en un espacio comprendido entre la calle Montalegre, la cale Tallers y la Ronda Sant Antoni en el que se concentran todos los edificios hasta ahora mencionados. El edificio de la Facultad de Comunicación fue inaugurado en 1994 en la plaza Joan Corominas, justo delante del CCCB y del MACBA. Se trata de un inmueble con forma rectangular diseñado para aprovechar al máximo las horas de luz, como muestra el hecho de que todos los aularios se hayan colocado hacia el exterior del edificio. Es un edificio totalmente diáfano en sus espacios comunes, como pueden ser la cafetería-restaurante y la zona de escaleras, que cuentan con grandes cristaleras que permiten visualizar desde el exterior el tránsito de personas por el edificio.

Casi 20 años después, en 2011 se inauguraba en la confluencia de las calles Tallers y Montalegre la nueva biblioteca de la universidad, un elegante edificio en el que funcionalidad y expresividad se unen en un marco de respeto medioambiental. A destacar de esta obra son sus dos fachadas principales. Una primera con un muro-cortina compuesto por un tejido metálico que reduce la radiación solar en un 50% y que emite reflejos dorados en función de su exposición al sol. Al otro lado, una gran cristalera integra el edificio en la plaza de Terenci Moix, un nuevo espacio ganado para la ciudadanía.

Mercado de Santa Caterina

Diseño y funcionalidad al servicio de los ciudadanos en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera. El Mercado de Santa Caterina es uno de los espacios más visitados de la ciudad. Bajo su espectacular tejado ondulado, este edificio vanguardista al inicio del Born esconde un tradicional mercado de alimentación. El edificio actual data de 2005 y es una remodelación del antiguo mercado de Santa Caterina, que abastece a diario a uno de los barrios más populares de Barcelona como es el Born. Este mercado fue el primer mercado cubierto de Barcelona y su creación data de 1845, sobre las ruinas de un antiguo convento. La reforma la llevó a cabo el prestigioso estudio de arquitectura Miralles-Tagliabue, que diseñó una estructura ondulante de inspiración gaudiniana, vistosa y llena de color para ser vista desde el aire. La cubierta se fusiona con el mercado a través de unas estructuras de madera que dan un toque vanguardista a un espacio tan tradicional como puede ser un mercado de abastos.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo las vanguardias se hacen un hueco en nuestra arquitectura hasta el punto de integrarse en un paisaje tan, aparentemente, antagónico, como el del casco antiguo, al que han convertido en uno de los más modernos de Barcelona. Si es que 2.000 años no son nada.

Santa Caterina