Las lágrimas de Santa Eulàlia en las fiestas de la Mercè
El mes de septiembre en Barcelona es el mes de la Mercè. La principal fiesta mayor de la ciudad llega con su pregón, sus conciertos, su Piromusical…y sus lluvias, casi tan tradicionales como la festividad misma. En mayor o menor grado, no hay Mercè que no se vea alterada por chaparrones veraniegos o bien por una lluvia constante. Normal, si tenemos en cuenta que astronómicamente coincide con la llegada del otoño, la estación más lluviosa del clima mediterráneo.
Según una leyenda popular, el origen de esas lluvias está causado por Santa Eulàlia, quien desde el cielo llora desconsoladamente al verse eclipsada por la popularidad de la Mercè como patrona de la ciudad. Una variante de esa historia establece que las lágrimas no son de tristeza, sino de rabia malintencionada para boicotear las fiestas de su rival.
Dejando de lado el mito, cabe resaltar el hecho de que Barcelona no tiene una patrona, sino dos. La primera fue Santa Eulàlia, una niña que vivió, supuestamente, entre los siglos III y IV. Cuenta la tradición que la joven Eulàlia bajó a la Barcino Romana desde su Sarrià natal a recriminar al gobernador la persecución contra los cristianos. El castigo impuesto por el delegado imperial por seguir una religión prohibida fue recibir tantas torturas como años tenía: 13. Al parecer, tras sufrir el último de los tormentos el alma de la joven Eulàlia subió al cielo a través de una paloma blanca que surgió de su boca abierta. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de Santa María de las Arenas (hoy santa María del Mar) y trasladados, ya como reliquias de una santa, a la catedral de Barcelona, de donde desaparecieron en uno de los saqueos que el templo sufrió durante la Guerra Civil.
Su onomástica se celebra el 12 de febrero. Aunque laboralmente no es festivo, Barcelona no olvida a la que fuera su primera patrona. Los autobuses urbanos lucen las banderas de la ciudad, la Guardia Urbana saca sus uniformes de gala y el Ayuntamiento organiza desde hace unos años la Fiesta Mayor de Invierno, que cobra su máxima intensidad con el Llum BCN, un festival, según su página web, “en el que la tradición se funde con las nuevas formas de expresión que transforman la ciudad con el lenguaje de la luz”.
Hasta bien entrado el siglo XVII Santa Eulàlia fue la única “protectora” de la ciudad. Pero una plaga de langostas en 1687 acabaría con el monopolio de la joven mártir: el Consejo de Ciento se encomendó a la Virgen de la Merced a quien prometieron el patronazgo de la ciudad si les libraba de aquella desgracia. El culto a esta virgen nació en el siglo XIII, a raíz de un sueño del rey Jaume I que dio origen a la Orden de la Mercè. La plaga pasó de largo y el Consejo mantuvo su compromiso. Aunque hubo que esperar dos siglos, hasta que en 1868 el Papa Pío IX la confirmó. Su fiesta se celebra el 24 de septiembre. Al ser un día festivo, el recuerdo en el imaginario colectivo de la ciudad es mayor que con Santa Eulàlia ya que en torno a ese día el Ayuntamiento organiza su Fiesta Mayor, la de todos los barrios y distritos de Barcelona.
Por si acaso, si en esta edición de la Mercè veis que la lluvia vuelve a hacer acto de presencia mirad al cielo y prometedle a Santa Eulàlia que acudiréis también a celebrar su Fiesta Mayor. Barcelona es muy grande, y hay espacio para todos. También para sus dos patronas.
Correfoc durante las Fiestas de la Mercè (c) Somewhere in the world today.