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Pau Pérez: “Toda la vida los grandes escritores catalanes han venido al Ateneu y, con la escuela, hoy se forman aquí”

Escrito el 20/04/18 · Tiempo de lectura: 8 minutos
Ateneu

Barcelona no sólo es uno de los tópicos o escenarios del imaginario literario actual, sino que también una de las ciudades de formación de escritores y apasionados por la lectura. Esa es la razón de ser de la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès, la escuela de literatura más grande del continente que acaba de cumplir 20 años de historia y por la que han pasado autores como Ildefonso Falcones o Sílvia Alcàntara.

El traductor y redactor Pau Pérez López, que dirige la institución junto a Jordi Muñoz, destaca que en estos años la escuela ha crecido mucho y hoy está dando un paso más hacia la profesionalización de sus estudios. En cerca de año y medio comenzarán a impartir su primer Máster en Escritura Narrativa, gracias a un convenio con la Universitat de Lleida.

¿Cuál sería el balance que hace de estos 20 años de la escuela?

La escuela se inauguró el 14 de abril de 1998 y, a partir de ese momento, vivimos dos etapas. Una primera de los siete años iniciales, en los que hay un núcleo de profesores que vienen del Aula de Letras -que es la predecesora de La Escuela de Escritura Ateneu Barcelonès-, y el número de alumnos oscilaban en torno a 300 al año. Se hacía un trabajo de calidad, pero que quizás no estaba suficientemente difundido. Luego, en el año 2005, el claustro nos propone a Jordi Muñoz y a mí como directores de la escuela con el objetivo de difundir en la ciudad y en Catalunya el trabajo que se hacía. En ese momento, nosotros empezamos a establecer una red con todos los centros culturales e institucionales públicos y privados de Catalunya y, en el plazo de dos años, la escuela pasó de tener 300 alumnos a tener 1.200. A partir de ahí, se ha dado un crecimiento constante hasta los 2.100 alumnos actuales.

Muchos medios de comunicación han dicho que la escuela de escritura del Ateneu Barcelonès es la más grande de Europa y la segunda del mundo, después de la escuela de escritura de Nueva York. Esto se basa en una serie de parámetros como que es la escuela de más alumnos de todo el continente, con mayor número de profesores, con un abanico de más de 100 cursos. Además, se destaca que el número de publicaciones de los alumnos es espectacular. Los ex alumnos publican cada año más de un centenar de libros.

Es más, este lunes tendremos una parada en Sant Jordi con los libros que se han publicado desde el 1 de enero hasta ahora. Son 91 libros, es decir, cada 60 horas sale un libro publicado por un alumno de la escuela. Con lo cual, el balance de estos años es muy positivo.

Además, la escuela ha ido un paso más allá hacia la profesionalización de sus estudios, ¿cómo ha sido ese trabajo?

La guinda la ha puesto el reconocimiento por el sistema educativo-académico, uno de los objetivos que marcamos desde un principio, que ahora hemos conseguido. Desde hace pocas semanas, la escuela está adscrita a la Universitat de Lleida. Con lo cual, proyectamos que en un año y medio se ponga en marcha un título oficial de Máster universitario en Escritura Narrativa. En el conjunto del Estado actualmente hay dos, pero son máster de 60 créditos. En cambio, el nuestro será de 120 créditos, por ende es un proyecto realmente ambicioso.

¿La opción de cursar el nuevo máster estará disponible el próximo año?

Para este curso que viene, no. Se pondrá en marcha el 2019-2020. Se impartirá aquí, pero el título es de la Universidad de Lleida.

¿Cómo surgió el acuerdo con el Ateneu Barcelonès para instalar la escuela?

Cuando termina el proyecto Aula de Letras, en 1998, prácticamente el 90% del claustro de aquella escuela llegamos a un acuerdo con el Ateneu. Nosotros buscábamos un espacio para seguir impartiendo las clases y el Ateneu necesitaba savia nueva y renovar actividades. Fue un encuentro feliz: nosotros llevábamos cerca de 400 alumnos y necesitábamos un espacio, y no había ninguno mejor que este.

El Ateneu es el mejor sitio donde podríamos estar. Además, cuenta con la biblioteca privada civil no solo más grande de toda Catalunya, sino también la más hermosa. El Ateneu es una de las grandes instituciones catalanas y que ha sido el hábitat natural de generaciones de escritores. Toda la vida los grandes escritores catalanes han venido al Ateneu y, con la escuela, hoy se forman aquí. Por lo cual, nuestra instalación aquí es una forma más de vinculación de esta casa cultural con el mundo literario.

Durante todo este tiempo, ¿podemos hablar de escritores ilustres formados en esta casa de estudios?

Ha habido muchos libros con relevancia a nivel de ventas. Sin embargo, para nosotros es exactamente igual de importante un gran libro de poesía que tendrá un público minoritario como otros libros que se han vendido muchísimo. Por poner dos ejemplos, estaría la novela Olor de Colònia de Sílvia Alcàntara que se convirtió no sólo en un superventas, sino también en una serie de televisión de TV3, o La Catedral del Mar de Ildefonso Falcones, que estuvo en la escuela y agradeció en el último párrafo de su libro la tarea de la escuela.

También ha habido muchos otros libros muy promocionados por las editoriales con el argumento de venta de que los autores se habían formado aquí. Esta es una de las grandes cosas que han cambiado en los últimos 20 años. Hace 13 años, cuando Jordi y yo asumimos la dirección, nos hacían una entrevista y nos preguntaban si esto de escribir se puede enseñar. Hoy ya nadie nos preguntaría eso.

¿Es posible hablar de un estilo de escritura impartido por la escuela?

No, eso es imposible. Entendemos la enseñanza de la escritura del siguiente modo. Creemos que la formación de un escritor se basa en tres pilares, donde están las técnicas narrativas, el dominio del idioma en que se expresa ese autor y el bagaje literario y cultural. Estas tres cosas se enseñan y se aprenden, pero cada persona las filtra según su experiencia vital y la manera en que mira el mundo. Esas cosas garantizan que una serie de aprendizajes comunes, se filtren de maneras distintas. Si uno mira el abanico de los libros que se han publicado en los últimos seis meses, se da cuenta que ninguno tiene que ver con el otro.

¿Cómo podrías definir al alumno de la escuela?

La inmensa mayoría de la gente que se matricula en la escuela y, fundamentalmente, en el curso de narrativa, no viene con la idea de ser escritor ni de publicar un libro. Sino que busca aprender a hacer mejor algo que le gusta. Pero como nuestro sistema de aprendizaje consiste en que se integren los conocimientos a partir de la construcción de una obra, resulta que cuando la persona acaba el itinerario de los tres años casi sin darse cuenta ha escrito un libro. En ese momento, decide probar y, en varios casos, termina siendo publicado.

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¿Qué escritores actuales piensas que se seguirán leyendo en los próximos 100 años?

Vivimos en un mundo con una absoluta amplitud de la oferta para los interesados por la literatura o por el arte de contar historias. El contar historias siempre se ha hecho, pero hoy hay infinidad de formatos de gran calidad y muy atractivos para disfrutar de una historia, como lo son la literatura, las series de televisión, el cine, los videojuegos, los comics, la ópera. Es tan plural la oferta que es difícil pensar en tendencias.

Entonces, ¿qué te gustaría que se siga leyendo?

Puedo decir autores o autoras en concreto que me vienen a la cabeza y que me parecen súper interesantes. A mí me gustan varias autoras norteamericanas, pero una sería Lionel Shriver, autora de Tenemos que hablar de Kevin o Big Brother. Me interesa mucho la mirada con la que ella analiza el sueño americano y la clase media americana.

Asimismo, podemos hablar de Han Kang, escritora de La Vegetariana, obra que tanta gente está leyendo y con la cual está descubriendo planteamientos de otra literatura que hasta el momento era poco conocida.

Así como existe la tele-basura, ¿crees que exista también el libro-basura?

Esto es complejo. No hago distingos de legitimidad entre uno tipo de literatura y otro. Creo que en la vida no se puede estar todos los días leyendo a Thomas Mann o Marcel Proust. Pienso que hay que leerlos, pero luego también puedes leer una novela de Salgari y estar disfrutando con una literatura que juega en otra liga, pero que es interesante en esa otra liga.

El ser humano es tan cambiante que, de pronto, hay libros que llegan en determinados momentos, ¿es algo bastante personal?

Creo que el tema es saber en qué liga estás jugando cuando lees. Entonces, valorar el libro en función del objetivo en que se enmarca. Si lees un libro que se marca como una novela de entretenimiento y no tiene otro fin, lo tendrás que juzgar en función de ese objetivo. El problema es cuando un libro busca un gran objetivo y se da una bofetada. Eso es mala literatura. Sin embargo, a veces, el criterio lector no está muy desarrollado.

Me comentaba que estarán presentes en Sant Jordi, ¿cómo viven ese día ustedes?

Con absoluta pasión. No hay día más bonito para el amante de los libros que Sant Jordi. Nosotros aprovechamos este día para promocionar los libros de los alumnos. Cada año, en la parte alta de La Rambla de Barcelona tenemos nuestra parada, donde sólo se venden los libros de los alumnos y profesores que han publicado durante ese año. Este año estaremos desde las 10 a las 19 horas y ofreceremos un centenar entre libros de alumnos y profesores.

De todas las actividades de Sant Jordi, ¿cuáles crees que aportan mayor significado a la literatura?

Pienso que el propio hecho de que en un día concreto se apunte todo el mundo editorial y tal número de escritores para entrar en contacto con el público lector es bonito. No se reduce al hecho de la firma de libro, sino que en ese contacto hay conversaciones y comentarios que hacen que la relación lector-autor sea más estrecha. Además, ese día hay una jornada de puertas abiertas en el Ateneu Barcelonès. Se hacen lecturas de obras en el patio y cualquier ciudadano puede conocer el interior del edificio, cuya arquitectura merece la pena conocer.

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