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Ricardo Labougle: “No hagan tanto selfie. Aprovechen el sitio”

Escrito el 02/02/20 · Tiempo de lectura: 5 minutos

La fotografía es un arte y como tal, permite expresar ideas, emociones y puntos de vista. Al contemplar una foto artística podremos ver un lugar, un objeto, quizás una persona; pero si observamos más allá descubriremos que se esconde algo: el alma de esa imagen.

El fotógrafo argentino afincado en Londres, Ricardo Labougle, es precisamente uno de esos “cazadores de almas”, capaz de capturar con su objetivo la verdadera esencia de cada escenario y transmitirla gracias al uso impecable de la luz. Tras compartir té y charla con él en la biblioteca de Seventy Barcelona, la nueva guest house de Núñez i Navarro, nos toca descubrir a nosotros qué guarda él en su interior.

Soy un fotógrafo de luz natural y espacial”, así se define nada más comenzar. “Me gusta darles vida a los lugares a través de la luz y los ángulos. Procuro dar vida a los objetos que mayoritariamente son inanimados. Camino por el lugar, miro el ángulo que me gusta más y empiezo por lo que más me atrae. A partir de aquí continuo, como cuando conoces a una persona”. Y es que Labougle es capaz de captar con naturalidad y suma sutileza, el alma de aquello que se coloca frente a su objetivo.

Ricardo Labougle Bangalore

Durante la conversación nos confiesa que su pasión por la fotografía le acompaña desde los ocho años. Por eso, aunque inició su carrera profesional como economista, nunca se imaginó encerrado en una oficina, de modo que su inquietud artística ganó la partida y acabó por hacer de su afición, su modo de vida.

Siempre me gustó lo visual. Soy muy tímido y me costaba hablar y relacionarme. Era muy observador y me gustaba mirar, especialmente la naturaleza y el mar. ¡Sigo mirando! Y añade: “Además, mi madre se cambiaba de casa con frecuencia. Eran las mudanzas de Ana Massini. Sus casas eran como showrooms y recibíamos la visita de fotógrafos habitualmente”, indica como un hito en su vida. “A mí me gustaba verlos trabajar, pero yo era pequeño. Y aunque ella no me alentó, acabé haciendo estas fotos”.

Eugenio Lopez Luis Bustamante

Su primer trabajo fue para la revista Marie Claire Maison en la que comenzó realizando retratos que él mismo revelaba en blanco y negro. “Aquí fue dónde conocí a Annie Leibovitz. Me encargaron retratarla en Madrid, siendo muy joven. Ella ya era una reconocida fotógrafa. Pasé una tarde con ella en El Retiro. Me dijo que mis fotos eran las más originales que le habían hecho. Y me animó a seguir. <<Cuando vengas a Nueva York me llamas>> me dijo al despedirnos. Aún no lo he hecho, tal vez lo haga ahora. Acabamos coincidiendo en el September Issue de Vogue US”.

Desde entonces ha viajado por todo el mundo fotografiando diseño y arquitectura para las más importantes publicaciones y ha escrito libros sobre decoración e interiorismo. Su trabajo ha sido exhibido en galerías (Slowtrack Madrid) y en ferias de arte como Arco, ArteBA y Buenos Aires Photo.

Ricardo Labougle captura instantes, un don que le ha acompañado siempre y que él prefiere definir como “una forma mía de mirar”. Sin duda, una mirada que le permite inmortalizar instantes de objetos y lugares que hablan por sí solos y que son capaces de llamar su atención: En un mismo escenario hay objetos que inspiran y otros que no. Para fotografiar, el espacio ha de ser fotogénico, aunque estéticamente sea feo. A mí me puede no gustar, pero al poner la cámara, ajustar el objetivo… a veces por armonía, por gama de colores, formas extrañas… me capta”.

Proyecto foto interior

Prefiere la naturaleza como fuente de inspiración para sus fotografías, en la que asegura sentirse él mismo, pero se considera “muy urbano” para vivir. Y en cuanto al proceso creativo que sigue antes de disparar una foto, nos deja muy claro que no es hombre de método. Le gusta improvisar, hacer, deshacer y volver a empezar si es necesario, siempre en pos de la luz idónea que garantice un conjunto armónico: “Me capta el global, y sobre todo la luz. Intento que cada foto tenga la mejor luz posible. Puedo abandonar un espacio y luego retomarlo, aparentemente no es un proceso ordenado, pero el resultado es mejor. No sentiría que he hecho bien mi trabajo si mis fotos resultaran <<clínicas>>”.

Porque para él cada fotografía es diferente, única e irrepetible y por eso su trabajo se adapta siempre a cada situación y escenario: “Cada fotografía tiene unos detalles distintos. En arquitectura, la luz es muy importante; para los retratos es bueno quedarse mano a mano con la persona. A veces en las producciones se rompe la magia y hay que pedir que salgan todos”.

A pesar de que en sus últimas visitas a Barcelona ha tenido que conformarse con las vistas que le ofrecen las ventanas de los taxis, nos cuenta que es una ciudad que le encanta. Y del espacio que hemos escogido para charlar, en Seventy Barcelona, afirma que “los volúmenes, la instalación de libros y la calidad me han sorprendido mucho. Dentro de su <<formalidad>> no es encorsetado; tiene <<clasicismo>> pero no es antiguo; sobriedad de líneas, pero a su vez resulta muy lúdico. Juega mediante texturas, colores y volúmenes, pero con gran calidad. Actualmente, lo clásico tiende al <<pastiche>> y lo moderno puede ser en exceso <<minimalista>>”, todo un piropo en boca de un experto que examina con mirada minuciosa todos los lugares que recorre.

Eugenio Lopez Mexico

Y aprovecha para dar un consejo dirigido a todas aquellas personas que se suman a la moda de fotografiar con sus teléfonos móviles los diferentes espacios del hotel: “No hagan tanto selfie. Seventy es uno de los elementos de la foto, puede ser el estilismo. Aprovechen el sitio”. Lo tiene muy claro, la fotografía tradicional no está reñida con el uso de los smartphones: A mí me resulta muy práctico usar el móvil, me ayuda a componer. Y tiene una gran calidad. Nunca va a resultar una amenaza para los fotógrafos”.

Para este año nos cuenta que tiene muchos proyectos en mente, entre ellos escribir un libro sobre Buenos Aires secreto, en el que quiere mostrar los interiores que no se conocen de su ciudad natal. Y quién sabe, quizás, hacer al fin esa llamada pendiente a Annie Leibovitz.