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Los mercados más históricos de Barcelona. Mucho por descubrir

Escrito el 21/03/19 · Tiempo de lectura: 6 minutos
La Boqueria

¿Cuánto hace que no pisas un mercado municipal? Allí puedes encontrar alimentos frescos y más saludables que en cualquier centro comercial o supermercado y con una atención más detallada y personalizada que en ningún otro sitio. La Barcelona genuina se respira entre parada y parada. Alimentación aparte, todos y cada uno de los mercados que se han construido en nuestra ciudad son testigos de un contexto histórico muy determinado. Son varios los mercados históricos en Barcelona. Basta con acudir a cualquiera de ellos para descubrir que sus fachadas, pórticos y cimborrios tienen mucha historia que explicar. Conocerla es tan fácil como acercarse a ellos y deambular por sus pasillos con espíritu crítico: ¿Por qué un mercado aquí? ¿Por qué está construido así y no de otra forma? ¡En este post te lo explicamos!

La Boqueria

El corazón de Barcelona late en La Boqueria. O mejor dicho, el del mundo. Si hay un lugar en el que tradición y modernidad, localismo y exotismo conviven y se entremezclan a la perfección, ese es sin duda el mercado de Sant Josep-La Boqueria. En él cohabitan a diario los vecinos de Ciutat Vella, que hacen allí su compra habitual, con los millares de turistas que acuden fascinados por los ecos que lo califican como el mejor mercado del mundo.

Los primeros registros históricos datan la presencia de un mercado ambulante en la actual zona de La Boqueria ya en el siglo XIII. Entonces eran comerciantes de las afueras de Barcelona que bajaban a la ciudad a vender sus productos. El fuerte arraigo que fue adquiriendo este protomercado entre las gentes del barrio con el paso de los siglos hizo que fuese necesario darles una ubicación estable, que llegó en 1836, cuando el ayuntamiento habilitó los terrenos de un antiguo convento como sede fija del mercado, aunque seguía siendo al aire libre y los tenderos debían levantar unos entoldados para protegerse de las inclemencias meteorológicas. No fue hasta 1913 que se construyó la fachada de inspiración gaudiniana y la cubierta, que otorgaron al mercado el aspecto con el que ha llegado hasta nuestros días.

Sea por su fachada modernista, sea por sus productos de calidad y proximidad, o bien por el exotismo de algunas de sus propuestas gastronómicas, La Boqueria no deja indiferente a nadie. Sin perder la esencia ni la funcionalidad principal de mercado de barrio, este icónico lugar ha sabido aprovechar su ubicación estratégica en el medio de las Ramblas para captar la atención de los turistas, hasta convertirse en parada obligatoria en las principales guías de nuestra ciudad.

Mercat de Santa Caterina

Como insectos a una flor. Así acuden al Mercado de Santa Caterina centenares de turistas que observan desde la explanada de la Catedral de Barcelona un tejado ondulado y lleno de color. Su sorpresa no puede ser mayor cuando descubren que debajo de esas formas vanguardistas se halla un tradicional mercado de alimentación, en el que frutas, verduras, carnes y pescados completan el llamativo cromatismo de su exterior.

El edificio actual data de 2005 y es una remodelación del antiguo mercado de Santa Caterina, que abastece a diario a uno de los barrios más populares de Barcelona como es el Born. Este mercado fue el primer mercado cubierto de Barcelona y su creación data de 1845, sobre las ruinas de un antiguo convento. La reforma la llevó a cabo el prestigioso estudio de arquitectura Miralles-Tagliabue, que diseñó una estructura ondulante de inspiración gaudiniana, vistosa y llena de color para ser vista desde el aire. La cubierta se fusiona con el mercado a través de unas estructuras de madera que dan un toque vanguardista a un espacio tan tradicional como puede ser un mercado de abastos.

Mercado Santa Caterina

Mercat del Ninot

El Mercado del Ninot se levantó en 1892 en una zona que, por aquel entonces, pertenecía al municipio de Les Corts antes de unirse a Barcelona. El mercado fue bautizado en su momento como El Porvenir, ya que fue el primero que se abría en aquel municipio y quería representar el futuro. Sin embargo, con el tiempo pasaría a ser conocido entre la gente del barrio como Mercado del Ninot, ya que en su interior había una taberna que lucía un “ninot”, que no era otra cosa que el mascarón de proa de un bergantín del puerto de Barcelona que se salvó in extremis de ser quemado cuando el barco estaba siendo desballestado. 

Tan popular se hizo aquella figura en el actual Eixample, que la denominación popular pasó a ser la oficial en la Segunda República (1931-1936) y, tras la dictadura, en la actualidad. Ese Ninot puede ser visitado hoy día en el Museo Marítimo de Barcelona.

El enorme éxito que tuvo en su día el Mercado del Ninot en el barrio del Eixample y su continua adaptación a las necesidades de cada época, ha hecho que el recinto haya sufrido dos grandes remodelaciones. La primera de ellas fue en 1933, cuando ya se había convertido en un gran centro comercial que llenaba de dinamismo la izquierda del Eixample. Ya en el siglo XXI un recinto centenario como el Ninot se vio obligado a una segunda gran transformación. Así, tras una reforma integral que duró cinco años, el nuevo Mercado del Ninot veía la luz en 2015, estrenando imagen interior, así como servicios al comprador, la instalación de un supermercado o la instalación de señal WiFi gratuita para los visitantes.

Todas estas reformas han hecho del Mercado del Ninot un recinto por el que deambular sin prisas y poder disfrutar de la Barcelona más auténtica a través de sus paradas y sus comercios mientras se saborean sus productos de alta calidad en cualquiera de sus barras de degustación.

Mercat de Sant Antoni

Nos encontramos ante uno de los más grandes de Barcelona, ya que está compuesto por tres mercados diferentes: el de alimentación, el de ropa y el de libros. Fue inaugurado en 1882 por el entonces alcalde Rius i Taulet y ha estado cerrado 9 años por un exigente proceso de rehabilitación hasta su reinauguración en mayo de 2018.

Para entender la ubicación de este mercado hay que retroceder hasta la época de los romanos, cuando la zona era una de las salidas naturales de Barcelona hacia el sur. Por aquí pasaba la Vía Augusta que fue convirtiéndose con el paso de los siglos en el camino principal hacia el Llobregat y el camino principal hacia Madrid. Esa concurrencia de carretas y correos fue generando a sus alrededores una red de comercios y servicios como hospitales y conventos. 

Y así llegamos al siglo XIX, cuando el crecimiento exponencial de Barcelona y sus alrededores había generado en el lugar un mercado al aire libre que proveía de víveres a todos los que entraban y salían de la ciudad por su zona sur. Una vez derribadas las murallas, Ildefons Cerdà propuso alzar una estructura fija que pudiese acoger un mercado que sirviese de apoyo a los mercados que había intramuros. De esta manera nació el Mercado de Sant Antoni, el primero que se construía extramuros y que fue inaugurado por el entonces alcalde Rius i Taulet. Con el paso del tiempo, aprovechando la enorme afluencia de gente que acudía al mercado, se creó otro en el exterior, en el que se vendían productos no alimentarios, que derivó en el mercado de Encantes de Sant Antoni. Y el mismo paso seguirían años más tarde libreros y coleccionistas, dando forma al actual mercadillo dominical de Sant Antoni.

Sant Antoni

En cuanto al edificio, nos encontramos ante un claro ejemplo de la arquitectura del hierro imperante en ese contexto histórico. Su distribución es diferente a la de otros mercados municipales ya que genera una especie de cruz griega, con cuatro grandes pasillos que convergen en una gran nave central, coronada por una cúpula o cimborrio octogonal, convirtiéndose en uno de los espacios más singulares de Barcelona, con detalles modernistas que le han servido la catalogación como Bien Cultural de Interés Local.

En 2009 el mercado comenzó una profunda transformación que se alargó 9 años debido al hallazgo de restos arqueológicos que nos llevan hasta la Barcino romana. Finalmente, fue inaugurado en mayo de 2018, recibiendo desde entonces la visita de unos 20.000 visitantes diarios.